El médico del futuro

The physician of the future.

Med Int Méx. 2018 mayo-junio;34(3):357-358. DOI: https://doi.org/10.24245/mim.v34i3.2168

Alberto Lifshitz

El abrumador desarrollo de la tecnología médica ha permitido alcanzar resultados nunca antes imaginados en beneficio de los pacientes y en términos de salud poblacional. Una parte sustancial del incremento en la esperanza de vida tiene que ver con estos avances. Hoy ya no se concibe una práctica clínica sin los rayos X, el laboratorio, el ultrasonido, la tomografía computada y la resonancia magnética; ya es posible tener acceso directamente a cualquier tejido mediante una aguja y poder examinarlo mediante el microscopio. Se han podido diseñar fármacos dirigidos específicamente hacia objetivos muy concretos. Se puede estimar quién responderá y quién no a un determinado tratamiento antes de administrarlo y se puede predecir quién padecerá efectos adversos que limitarían su administración. Con un chaleco y una diadema puede uno tener un monitoreo permanente de los signos vitales sin necesidad de tener un acercamiento al paciente. Varios servomecanismos administran los medicamentos automáticamente en cuando detectan que una determinada variable rebasa concentraciones críticas. Un programa compite ventajosamente con los médicos para establecer un diagnóstico y otro para estimar con relativa precisión la supervivencia que alcanzará un individuo. La robótica y la telemedicina permiten atender a los pacientes aún sin tener contacto directo con ellos.

Todo esto plantea algunas reflexiones y cuestionamientos. ¿Para qué serviremos los médicos en el futuro? ¿Se puede prescindir de la clínica tradicional, la propedéutica ante la eficiencia y multiplicación de recursos tecnológicos? Más que a explorar pacientes ¿tendremos que aprender a manejar artefactos? ¿Cabe efectivamente una especialidad en medicina virtual? ¿Es la tecnología un sustituto de las habilidades clínicas o, como se ha dicho, tan sólo son complementarias? Varias de estas interrogantes se plantearán en este escrito aventurando algunas respuestas.

Es obvio que el modelo de médico clínico va a cambiar, y ello no sólo por influencia de la tecnología, sino por cambios conceptuales profundos. Ideas como la complejidad, la no linealidad, la multicausalidad, la anticipación, la medicina personalizada y otras tendrán indudables influencias en el desempeño de los médicos del futuro.

Probablemente éstas serán algunas de las funciones de los médicos:

1. Vigilar a las máquinas. En términos de seguridad y riesgos y de la pertinencia de los procedimientos.

2. Dar valor a los resultados. Seguirá siendo el médico el que interprete los datos crudos y fríos, quien pondere su importancia y quien tome decisiones a partir de ellos, evitando estudios superfluos, peligrosos o costosos.

3. Ofrecer explicaciones a los pacientes. Éstos no tienen por qué entender y percatarse de la trascendencia de los estudios. El médico tendrá que seguir siendo un intermediario entre la tecnología y las personas enfermas.

4. Acompañamiento y seguimiento. Esta función tradicional de los médicos tendrá que seguir siendo fundamental aún en las nuevas épocas.

5. Gestión clínica. Planear y programar lo que sigue, tramitar consultas, ofrecer soluciones intermedias, coordinar acciones, etc.

6. Sutilezas de la terapéutica. Si bien las guías, algoritmos, reglas y protocolos podrán ayudar a definir una terapéutica, el papel de adaptarla a las precisas condiciones del paciente tiene que ser una función de los médicos.

7. Contestar dudas. Generalmente las máquinas acaso prevén las dudas más frecuentes y tienen contestaciones preformadas, pero la respuesta precisa a la inquietud del paciente la seguirá teniendo el médico.

8. Empatía, comprensión, compasión, solidaridad. Estos elementos nunca podrán ser instrumentados por las máquinas.

Más que imaginar al médico del futuro como totalmente deshumanizado, mecanizado y tecnificado, creo que habrá de destacar precisamente por sus cualidades humanitarias, como contrapeso a la frialdad de los instrumentos con los que interactuará el paciente.

Correspondencia/correspondence

Alberto Lifshitz

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DOI: https://doi.org/10.24245/mim.v34i3.2168

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