El reto de ser médico. 3ª edición
Med Int Méx. 2023; 39 (4): 719-720.
Alberto Lifshitz
José Francisco González Martínez y Ángel Ignacio León Paoletti
El reto de ser médico. 3ª edición
Ediciones y servicios editoriales. Ciudad de México 2022
La identidad profesional de los médicos prácticamente nunca ha sido cuestionada: procurar la salud, ya sea preservándola o recuperándola. Así planteada, su misión parece claramente definida y los esfuerzos por formarse, perfectamente orientados hacia ella. No obstante, las funciones del médico se han ido diversificando, las variables que lo modulan se han multiplicado, los interpósitos entre ellos y sus pacientes son muchos, ha crecido la participación de varios personajes en la atención de la salud, etcétera, de manera que redefinir “el reto de ser médico” no es superfluo. Conviene distinguir entre aprender medicina y aprender a ser médico. El primer caso supone una fragmentación, deconstrucción y un reduccionismo: aprender datos, asignaturas, fragmentos, y todo se conjuga acaso en un saber técnico. Aprender a ser médico, por su parte, supone una reconstrucción de lo deconstruido, una integración del conocimiento y la adquisición obligada de habilidades no cognitivas que permiten entender y ayudar a los pacientes, no solo la erudición técnica, sino la capacidad humana y humanitaria.
Este texto transita a través de varias de las exigencias que el médico contemporáneo debe considerar: las políticas de salud y su regulación, la atención de primer contacto, la educación para progresar, la pericia para una relación médico-paciente eficaz y solidaria, el enfoque hacia la prevención y la anticipación, la prospección de la práctica, el desgaste profesional y la ingratitud, la necesidad de mantener la competencia, la relación con la abrumadora aportación de la tecnología, la capacidad de mantenerse ecuánime, de no dejarse seducir por mentiras y pseudociencia, de eludir el sometimiento que sacrifica los valores sanitarios y la capacidad para priorizar las necesidades de los pacientes.
Ésta es una tercera edición. Según se relata en el prólogo, la primera edición se publicó en 2009 y la segunda en 2017. Sobre esta última, tuve la oportunidad de señalar que era “un mensaje… a los profesionales de la salud para aferrarse a las cualidades que exige la práctica, aun en contra de las inercias, los intereses económicos, la sobretecnificación, las tendencias positivistas, la burocratización, la medicina defensiva, la sobresimplificación, la práctica rutinaria, las intervenciones tardías, la tendencia a esquivar los compromisos, la soberbia, la delegación de la propia responsabilidad, el menosprecio de los demás, la incomunicación y la desinformación”. Hoy prácticamente todas estas condiciones y riesgos subsisten en mayor o menor grado y se agregan otros: la creciente desigualdad en el acceso a la salud, las limitaciones materiales, la progresiva y lamentable beligerancia en las relaciones humanas, la abdicación de las propias capacidades hacia entidades más eficientes o más cómodas, el incremento en las desconfianzas, el empoderamiento de los pacientes y sus familias, la proliferación de colectivos de pacientes, la acumulación de personas con enfermedades crónicas, la comorbilidad más como la regla que como la excepción, el reconocimiento del valor de las ciencias de la complejidad en la atención médica y varios más.
Hay que ponderar que no son muchos los textos que alcanzan tres ediciones, lo cual habla no solo de la necesidad de incorporar avances conceptuales, científicos y tecnológicos, sino de la aceptación de las ediciones anteriores. Esta edición tiene 80 páginas más que la anterior, que es casi un 40%. Tiene 14 autores más y aporta nuevos temas, como los que exige el cambio que estamos viviendo. Los capítulos abarcan tanto retos metodológicos como de contenido y aunque no puedo asegurar que quien resuelva tales retos automáticamente se convierte en médico, sí se acerca a esa meta.
Como todos los libros colectivos con varios autores, es un texto heterogéneo, desigual, pero en eso consiste precisamente su virtud, pues no se compromete con una sola postura ni asume fidelidad a los líderes editores. Acaso, la tesis genérica es la defensa de los valores tradicionales de la profesión médica, que se fortalecen en todos sus párrafos. Vale la pena destacar el énfasis en la consulta médica más que en la hospitalización, dado que es el escenario principal del quehacer profesional, y en la relación entre médicos y pacientes. La caracterización de la entrevista médica, que trasciende la anterior denominación como “interrogatorio”, el que hacía énfasis en respuestas del paciente ante provocaciones intencionadas para tan solo acechar los indicios de enfermedad. La entrevista es una oportunidad de conocer a la persona y no sólo escudriñar los datos que conduzcan hacia el nombre de su enfermedad.
Se reconoce la condición humana del médico, que con alguna frecuencia se ha negado por subordinarla a su consideración como apóstol; se habla del desencanto, del médico como paciente, del desgaste profesional y de la relación con la tecnología, del sustento ético o bioético de la práctica profesional, y de las particulares condiciones y circunstancias que hoy en día enfrenta la medicina clínica, tanto en razón de la disrupción de la pandemia como de las erráticas y variables políticas de salud, y del acceso a los recursos sanitarios. La ingrata tarea de dar malas noticias, que siempre hemos rehuido o delegado, pero que es una responsabilidad inexcusable, se estructura como procedimiento y guía.
Se transparenta el interés educativo de los autores porque desde el título mismo hasta el contenido de un buen número de capítulos hacen referencia a la prioridad de las soluciones que se encuentran en el terreno pedagógico. Solo menciono los encabezados: “La educación como estrategia de progreso”, “Nuevas competencias, nueva competitividad”, “Competitividad docente y competencias tecnológicas”, “El futuro de la medicina y de la educación médica”, “La educación del paciente y la sociedad”, “El desarrollo profesional continuo para el médico de primer contacto”, “Educación médica en la era de las tecnologías de la información”, “Formadores de educadores en salud” y “Aprendizajes con la pandemia”. De los 27 capítulos, 9 tratan directamente temas educativos, pero la totalidad los incluye, aunque sea indirectamente.
En suma, la tercera edición de “El reto de ser médico” actualiza la declaración original que caracteriza a la profesión como una compleja dedicación benefactora, no solo en términos de mantener o recuperar la salud, sino en su capacidad de potenciar los atributos humanos, propiciar el desarrollo de las personas, enfrentar con madurez las vicisitudes de la época, y ubicarse con armonía en un futuro que se vislumbra como cada vez más cercano y cargado de prodigios.
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