Dr. Miguel Garcés de León

Med Int Méx. 2020 enero-febrero;36(1):130-131.

Manuel Ramiro H

Recientemente falleció el Dr. Miguel Ángel Garcés, después de una larga y productiva vida.

Don Miguel Ángel Garcés de León nació en Huajuapan de León, Oaxaca, aunque pronto se trasladó a la Ciudad de México, fue miembro de la generación 1943 de la Facultad de Medicina. Al terminar la carrera de médico migró a Estados Unidos donde estuvo ocho o nueve años como residente de Medicina Interna primero y después Cardiología en Texas, en las ciudades de Houston y Dallas, con una estancia también en Nueva York. A su regreso estuvo un corto tiempo en el Instituto Nacional de Cardiología. El Dr. Teófilo Ortiz Ramírez, brillante cardiólogo fundador del Instituto, fue designado organizador del Cuerpo Médico que conformaría el Centro Hospitalario 20 de Noviembre, primer hospital del naciente ISSSTE; la selección de los médicos fue realizada con criterios muy estrictos intentando conformar un grupo de alta calidad; para conformar el servicio de Medicina Interna, que entonces (1963) era una idea innovadora y probablemente provocadora, fueron llamados el Dr. Ocaranza y Miguel Ángel Garcés, quienes fueron los conformadores intelectuales del servicio, agregándose poco después el Dr. Sánchez Cabrera, además de otros médicos que creían en la apuesta de conformar un servicio de Medicina Interna y una forma diferente de atención; curiosamente enfrentada desde el principio con el resto de especialistas médicos, todos ellos también muy destacados y que desde el arranque del hospital pugnaban por el fraccionamiento de la atención; durante muchos años se consiguió permanecer con la atención integral. Años después la fragmentación sucedió en el Hospital 20 de Noviembre, pero persisten en el resto de hospitales del sistema.

Don Miguel Ángel fue un médico completo, destacado clínico, preocupado por su actualización continua que buscaba de diferentes maneras, entre ellas, un sistema que le brindaba la Sociedad Americana de Medicina Interna. Era un hombre preocupado por la enseñanza y destacaba en sus métodos al pie de la cama del paciente y en la sesión de casos clínicos que él dirigió durante muchos años, no estoy seguro si esos métodos eran producto de sus conocimientos pedagógicos o de su gran capacidad como clínico y su interés por enseñar y trasmitir su experiencia. A la formación de la Asociación de Medicina Interna de México y del Consejo Mexicano de Medicina Interna, supo situarse en un muy discreto segundo plano, pero resultó fundamental en el arranque de ambas agrupaciones; fue el tercer Presidente de la Asociación de Medicina Interna de México y hasta su fallecimiento un interesado participante y asistente a sus congresos, cursos y otras actividades, entre ellas, siempre fue un juicioso miembro del Consejo Consultivo; hasta no hace mucho tiempo permanecía como miembro del servicio de Medicina Interna y Geriatría del “20”.

Además, fue un hombre culto, melómano consumado, charlista extraordinario, además de éxito profesional, logró muchos otros triunfos, uno de los más destacados fue la conformación de una familia ejemplar, junto con su esposa constituyeron un ejemplo para muchos de nosotros.

Era un hombre muy culto que podía hablar con conocimiento de muchos temas y tenía una teoría filosófica sumamente interesante de la que era capaz de hablarnos durante largos espacios, desafortunadamente nunca quiso escribir nada al respecto, varios de mis compañeros y yo mismo tratamos de auxiliarlo para que escribiera sus grandes ideas, él le llamaba el Laboratorio de las Sensaciones; nunca lo conseguimos, debo decir que, cuando menos, yo disfruté de esos largos ratos en casa, además de su brillante plática, me percaté de sus grandes conocimientos musicales y su enorme capacidad para disfrutarles, sus compositores favoritos eran Beethoven y Richard Strauss, su director favorito siempre fue Wilhelm Furtwängler y creo que lo fue hasta el final, poseía una enorme colección de discos, la de LP debe costar ahora una fortuna, y un aparato de sonido extraordinario, le costó trabajo cambiar a la era digital pero lo hizo y disfrutó siempre y ampliamente de la música.

Extrañaremos ampliamente a Don Miguel Ángel, pero siempre estaremos contentos de haberlo conocido; agradecidos por haber sido uno de sus alumnos.

Correspondencia

Manuel Ramiro H

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