El ingrediente humano de la medicina clínica en la era tecnológica

The human ingredient of clinical medicine in the technological age.

Med Int Méx 2023; 39 (4): 591-594. https://doi.org/10.24245/mim.v39i4.9046

Alberto Lifshitz

El encuentro clínico lo es entre seres humanos. Por supuesto participan muchos elementos no humanos, pero la esencia del acto es la relación entre las personas.

Las aportaciones que ofrecen la arquitectura, las disciplinas administrativas, la normatividad y sobre todo la tecnología médica han tenido el propósito de hacer más eficiente la función clínica, pero también el sesgo de desplazar a los humanos y el riesgo de sustituirlos. En este escrito se trata de destacar la indispensable participación de las personas en el proceso de atención médica individual y las modalidades que asume en las diferentes circunstancias contemporáneas.

Lo humano es lo que pertenece a la especie humana y no necesariamente lo benevolente, lo generoso o lo compasivo. La especie humana tiene luces y sombras; puede hacer mucho bien pero también dañar severamente. Puede ser empática y bondadosa, pero también cruel, celosa, pasional. Cuando se califica a una persona de ser inhumano, a veces tendría que calificarse como demasiado humano, por ejemplo, cuando se deja arrastrar por la furia, la arbitrariedad o el apasionamiento, o dominar por sentimientos negativos como el odio, el rencor o la antipatía. Todos ellos –positivos o negativos– son sentimientos humanos y se suele disculpar, en algunos juicios, cuando se dice que es humano que haya cedido a la tentación o haya favorecido a su amigo o familiar o la clásica cita de “errar es humano”. Las debilidades humanas representan una desventaja cuando –erróneamente– se le pretende comparar con las máquinas que no se cansan, no tienen que dormir y no odian ni tienen animadversiones personales. Calificar a una persona como muy humano no necesariamente alude a su condición solidaria, compasiva o benevolente. El adjetivo para estos casos debe ser más bien el de humanitario. En el idioma inglés hay dos palabras que distinguen lo humano de lo humanitario, y son human humane, aunque cuando se traducen al español con frecuencia se utiliza el mismo término “humano” para ambas. Humane equivale a humanitario, aunque paradójicamente las asociaciones que llevan el membrete de humane suelen ser protectoras de animales. El antónimo de humano podría ser animal; el antónimo de humanitario sería inhumano, cruel o insensible.

A esta divagación hay que sumar también al humanismo, como corriente filosófica antropocentrista y como movimiento artístico e intelectual que surge en el renacimiento, un tanto para oponerse a ciertos valores medievales. El humanismo reivindicó la vida humana, desdeñada por las religiones al supeditarla a la vida eterna y otorgarle acaso una significación transitoria, trivial: Este mundo es el camino para el otro que es morada sin pesar…1 Los testimonios del renacimiento colmaron los anhelos de quienes justipreciaban las obras humanas (y no solo las divinas) y dejaron un legado cultural imperecedero.

En estos juegos con el latín humanitas, homo y humus, además, se designan como “humanidades” a un conjunto de disciplinas académicas relacionadas con la cultura humana, un tanto en oposición con las ciencias, aunque también se han denominado a las humanidades como ciencias sociales. Tal vez un tanto arbitrariamente, se han considerado en esta división a la filosofía, la sociología, el derecho, la antropología, la politología, la filología, la historia, la geografía, el arte, las ciencias de la comunicación y hasta la teología. Si se distinguen los distintos componentes de cada disciplina (por ejemplo, del arte la pintura, la escultura, la música, etc.), las humanidades constituyen la agrupación de materias que conforman la cultura en su más amplia extensión.

De la medicina clínica se ha dicho que es ejercida por seres humanos, por tanto susceptibles de equivocarse y dejarse llevar por emociones y afectos; que es una disciplina humanitaria en tanto que es benefactora, compasiva y sensible, un servicio a los congéneres; que pondera al ser humano, al hombre, como su objeto de atención y estudio, que valora la salud como el fundamento indispensable para el desarrollo de los seres humanos, y que forma parte de la cultura, de tal modo que es humana, humanitaria, humanista y se inscribe en las humanidades.

En los últimos tiempos han surgido nuevos movimientos intelectuales y sociales que, si bien no contradicen del todo estos atributos, sí plantean diferentes enfoques.2 Les han llamado nuevos materialismos. Por un lado, el llamado inhumanismo antihumanismo, que propone dejar de considerar al hombre el rey de la creación; que el hombre no es más que un animal más; más aún, es el villano de la biósfera, el mayor depredador, que ha utilizado ventajosamente y de manera egoísta a las demás especies en su provecho, y que podrá fácilmente ser sustituido por la inteligencia artificial. No tiene el valor que se le ha adjudicado, dado que es un ser defectuoso y más aún en estado embrionario. Los niños son todavía más inútiles, pues su valor es acaso potencial, ubicado en un incierto futuro; para ciertas funciones son preferibles las mascotas. Mejor no tener hijos.

Un tanto como complemento surge un movimiento interesante llamado transhumanismo,3 que se visualiza como un camino hacia el poshumanismo. Postula que el ser humano es una entidad imperfecta y que, más que dejar a la evolución natural su perfeccionamiento, la tecnología puede acelerarlo. Se ha llamado al transhumanismo como la búsqueda tecnológica del mejoramiento humano.4 Ve en la tecnología la superación de lo natural humano. Se admite que la educación ha fracasado para crear un mejor ser humano; acaso lo convierte en uno con ciertos atributos que lo adornan, pero no en una especie superior. El ser humano tiene limitaciones serias como especie.

La capacidad de desplazarse de un lugar a otro estuvo restringida a las modestas habilidades de los seres humanos para caminar, pues no es muy lejos a donde puede llegar. Con la tecnología, hoy puede, ese mismo ser humano, viajar de un continente a otro en unas cuantas horas y tal vez pronto en unos cuantos minutos. El hombre no puede volar y es superado en esta capacidad por las aves, pero la tecnología ha convertido a este individuo en volador; tampoco puede respirar bajo el agua, pero su inventiva le ha permitido superar esta deficiencia mediante el buceo.

El transhumanismo se concibe entonces como una ideología y un movimiento cultural que significa hacer uso de la tecnología para mejorar sus capacidades físicas, intelectuales y morales, y se plantea que la evolución sea inducida por el propio hombre mediante un diseño inteligente. Se aspira a una superlongevidad, superinteligencia y superbienestar. La muerte y la senectud son enfermedades que pueden ser superadas. Hoy por hoy la única manera de alcanzar la inmortalidad es, paradójicamente, muriendo, según Víctor Hugo. El transhumanismo plantea una inmortalidad digital o virtual en la que el contenido del pensamiento es depositado en una máquina, con lo que puede deshacerse de un cuerpo inútil y desgastado. Plantea una duración ilimitada de la vida, la posibilidad de mantenerse siempre joven y sano, poseer una inteligencia millones de veces superior, mantenerse inmune a la depresión y el desaliento, disfrutar siempre del sexo, la comida y la apreciación del arte, y adquirir nuevas capacidades sensoriales como la percepción del ultravioleta y el infrarrojo, ampliar el espectro audible y tener capacidad de geolocalización. Eventualmente aún tener capacidad fotosintética, aprender rápidamente idiomas y a tocar instrumentos mediante un implante.

Algunos postulados del transhumanismo señalan que ya no hay que distinguir entre lo natural y lo artificial, lo vivo y lo no vivo; que la vida se concibe en términos informacionales; que hay que abandonar el humanismo; que el imperativo ético es perfeccionista; que la evolución no es un proceso espontáneo sino dirigido y que lo natural se ha convertido en un obstáculo.

En suma, que el ser humano no es algo acabado sino en proceso. Freeman Dyson dice: La humanidad me parece un comienzo magnífico, pero no la palabra final. El hombre es una síntesis entre naturaleza y cultura, ésta como un segundo útero. Lo humano paulatinamente se va sustituyendo por lo cibernético (cíborg) y la biología sintética promete realizar una modificación artificial de la vida.

El producto de esta evolución inducida es el superhombre que surge en el poshumanismo.5

Hay que señalar que los transhumanistas no consideran que lo suyo es ciencia ficción o predicciones futuristas imaginativas, sino que ya estamos en la época en que esto está ocurriendo, lo cual supone una visión alterna para la vida, la salud y la medicina clínica. El hombre transhumanista sigue siendo ser humano pero mejorado por la tecnología y no reemplazado por ella.

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1 Jorge Manrique: Coplas a la muerte de su padre.

2 Ferrando F, Brito-Ledesma JI: Posthumanismo, Transhumanismo, Antihumanismo, Metahumanismo y nuevos materialismos. Revista Ethica 2022; 2: 151-166.

3 Transhumanismo. Wikipedia. es.wikipedia.org/wiki/Transhumanismo.

4 Diéguez A: Transhumanismo: la búsqueda tecnológica del mejoramiento humano. 2017. Books.google.com.

5 Fusco V, Broncano F: Transhumanismo y posthumanismo. ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política. 2020. No 63: 1130-2097.

Recibido: junio 2023

Aceptado: julio 2023

Correspondencia

Alberto Lifshitz

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Este artículo debe citarse como: Lifshitz A. El ingrediente humano de la medicina clínica en la era tecnológica. Med Int Méx 2023; 39 (4): 591-594.

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