Médicos como personajes literarios
Med Int Méx 2024; 40 (7): 399-400. https://doi.org/10.24245/mim.v40iAgosto.9967
Alberto Lifshitz
Academia Nacional de Medicina.
Al ser la enfermedad y la muerte eventos críticos en la vida de las personas y las familias, es natural que formen parte de infinidad de argumentos literarios; el interés del público suele privilegiar estos temas y es alrededor de ellos que se desenvuelven los profesionales de la salud. El hecho mismo de su enaltecida misión ha convertido a los médicos en personajes atractivos bajo una visión novelera, de modo que su biografía, su desempeño, sus anécdotas, sus incidentes, sus tribulaciones, sus cuestionamientos los convierten en naturales protagonistas literarios.
Lo cierto es que hay una monumental producción de obras que retratan médicos, sea como personajes principales o secundarios. La proporción de obras literarias que incluyen personajes médicos es enorme. Si a esto se añaden las extensiones hacia el cine, la televisión y las series en plataformas (otras expresiones literarias), el universo es todavía mayor. Es verdad que, en muchos casos, una mirada agradecida o benévola modula a los personajes que aparecen idealizados, al grado que han despertado o reafirmado vocaciones de los jóvenes. Hay, sin embargo, también relatos amargos, vergonzosos, ridículos o rencorosos, centrados en el reproche o la burla, particularmente en los escritores que se agrupan como iatrofóbicos, entre los que destaca Molière, pero también Iván Ilich, George Bernard Shaw, Montaigne y otros.
Puede decirse que hay casi un género de literatura de la medicina. Ante tal abundancia, resulta difícil elegir prototipos o ejemplos. Con el sesgo personal, señalo algunos de los personajes médicos más conspicuos: San Lucas (Médico de cuerpos y almas de Taylor Caldwell), Sinuhé (Sinuhé el egipcio de Mika Waltari), Andrew Manson (La ciudadela de A J Cronin), Martin Arrowsmith (Dr. Arrowsmith de Sinclair Lewis, premio Nobel) y permítaseme añadir al menos célebre Palinuro (Palinuro de México de Fernando del Paso).
El personaje del médico es quien también ha inspirado una cantidad de novelas y permite al lector y al estudiante de medicina entender las alegrías, las dificultades, las fobias y fracasos de la vida médica a través de las descripciones literarias. Algunos ejemplos: El médico de Noah Gordon, El médico de Córdoba de Herbert Le Porrier, El médico de Ifni de Javier Martínez Reverte, El médico de Lhasa de Lobsang Rampa, El médico de Sefarad de César Vidal, El médico del emperador de Tessa Korber, El médico del tiempo de Ann Benson, El médico rural de Felipe Trigo, Un médico rural y otros relatos de Franz Kafka, El médico de los pobres de Giusseppe Moscati, El médico de los muertos de Julio Garmendia, El médico de las locas de Miguel Morayta, Dr. Zhivago de Boris Pasternak, El buen doctor de Paul Kalanithi, El dilema del doctor de George Bernard Shaw y El médico rural de Honoré de Balzac.
La figura del médico se muestra unas veces revestido de cualidades humanas extraordinarias, como en la obra de Honoré de Balzac con Benassis, médico filántropo, bondadoso y justo; otras veces el médico ha sido criticado por su soberbia u otros señalamientos. Molière, por ejemplo, denunció la impunidad, el esnobismo y la torpeza que circundaban al mundo de la medicina del siglo XVI. En su obra La comedia humana y de su propia experiencia como paciente, Balzac también se encargó de ridiculizar el lenguaje pomposo y vacuo de los médicos de su época.
La figura de médicos de la literatura, el cine, la televisión y las series ha modelado conductas contemporáneas de médicos o aspirantes a serlo, y se corre el riesgo de extender el patrón que ilustran. Los rasgos que representan incluyen un atractivo físico estilo Hollywood, pues casi invariablemente el médico protagónico tiene fisonomía de estrella del espectáculo; suelen ser desaliñados cuando el prototipo promovido por siglos es el de pulcritud y limpieza; utilizan el uniforme quirúrgico en situaciones en las que no se recomienda según las reglas higiénicas del quirófano: para deambular por las salas de hospital, salir a la calle y hasta como pijama para dormir. El estetoscopio, que ha sido no solo un instrumento que ayuda en el diagnóstico, sino un elemento de identidad para la profesión médica, lo suelen usar alrededor del cuello, sobre los hombros y no tanto en las orejas para la auscultación. Para ser protagonistas de un programa o una serie, sus vidas personales suelen ser desordenadas y complicadas, con lo cual se puede crear la idea en los espectadores jóvenes, aspirantes a médicos, de que no puede serlo si se tiene una vida personal ordenada y sencilla.
También tienden a ser personajes hipersexuales, incluso con rasgos obsesivos. Varios muestran que su interés por el paciente es solo instrumental, que es acaso un objeto de trabajo y no rara vez se le despoja de atributos aparentemente ajenos al motivo de la atención. Siguiendo una tendencia en la medicina occidental moderna, los médicos de la televisión suelen ser esclavos de la tecnología; sus cualidades para la actuación clínica son notablemente dependientes del uso de la tecnología moderna, a la cual no tiene acceso un buen número de espectadores en nuestro país.
Muestran, además, una competitividad salvaje, pues están permanentemente concursando para progresar y algunos no reparan en los daños colaterales que esta actitud puede ocasionar y, finalmente, promueven un conocimiento esquemático (¿cuáles son las cinco causas de…? Dime la lista de medicamentos para…).
Los médicos son personajes literarios favoritos, no solo porque en su mejor versión podrían encarnar héroes modernos, sino porque alrededor de ellos se mueven circunstancias que reflejan lo más íntimo y profundo de las vidas humanas y de la sociedad en que vivimos.
Recibido: julio 2024
Aceptado: julio 2024
Este artículo debe citarse como: Lifshitz A. Médicos como personajes literarios. Med Int Méx 2024; 40 (7): 399-400.
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