Transhumanismo

Transhumanism.

Med Int Méx 2022; 38 (4): 741-751. https://doi.org/10.24245/mim.v38i4.7731

Nancy Verónica Alva-Arroyo,1 Rubén Torres-García,2 José Carlos Gasca-Aldama,3 Raúl Carrillo-Esper4

1 Hospital Ángeles Mocel, Ciudad de México, Médico adscrito, Anestesiología-Medicina Crítica.

2 Maestro en Filosofía y Derecho, Profesor de Filosofía, Universidad Anáhuac, Ciudad de México, México.

3 Urgencias-Medicina Crítica, Hospital Juárez de México, Ciudad de México, México.

4 Academia Nacional de México. Coordinador Académico, Colegio de Medicina Interna de México.

ANTECEDENTES

En varios diálogos, en particular Fedro, Timeo República, Platón dividió la vida en tres partes: vida vegetal, vida animal y vida racional. Todas las criaturas vivientes poseían la primera en forma de nutrición y reproducción, los animales, además, eran capaces de sentir y moverse, y los humanos también tenían almas racionales.1

El alumno de Platón, Aristóteles, tenía una noción diferente en la que los seres vivos tenían una forma, un material y una orientación hacia un fin apropiados (De Anima, 412a1-416b). Aristóteles sostuvo que la vida es una forma de movimiento propio, perpetuación o alteración propia. Para Aristóteles, la capacidad de resistir perturbaciones internas y externas era la distinción esencial entre los seres vivos y los objetos no vivos.

Siglos más tarde, Descartes trazó una distinción más nítida entre la vida animal y la vida racional que entre los objetos inanimados y la vida animal. Éste fue un alejamiento de los enfoques medievales, que habían ampliado la brecha entre vegetales y animales. Para Descartes, los animales son análogos a relojes complejos y carecen de la vida interior o espiritual central para la experiencia humana.1

El siglo XX vio disiparse en gran medida la división mecanicista/vitalista. A pesar de las dificultades descritas anteriormente sobre las definiciones, cientos de científicos, filósofos y otros han intentado definir la vida. Gran parte del interés está motivado por la nueva ciencia y las nuevas tecnologías, incluida la vida artificial, la biología sintética, los orígenes de la vida y la astrobiología, que complican el problema al violar algunas de las agrupaciones tradicionales de propiedades asociadas con la vida. 

La mayoría de los científicos y filósofos contemporáneos creen que se puede crear vida, pero existe un amplio desacuerdo en cuanto a lo que se debe recrear para que algo sea vida. En enfoques funcionales, la mera organización formal lo bastante similar a los organismos puede ser suficiente. Los robots (hardware) o los programas informáticos (software) configurados de manera compleja podrían calificar. Este punto de vista se conoce como Vida Artificial Fuerte (A-Life) y ha recibido gran parte del mismo rechazo que el enfoque de Inteligencia Artificial Fuerte.

Inseparable de la cuestión de la naturaleza de la vida está la cuestión de su origen. Los pensadores antiguos y modernos aceptaban que la vida a menudo surgía espontáneamente de la no vida. Dos siglos de experimentos finalmente anularon esta opinión ampliamente aceptada, que culminó con los experimentos de la botella con cuello de cisne de Louis Pasteur. Desde entonces, el rompecabezas del origen de la vida ha sido uno de los más grandes e importantes de toda la ciencia.1

Es bien sabido que Darwin guardó silencio sobre el problema, confesó que imaginaba que la vida se originaba en “un pequeño estanque cálido”. El trabajo posterior sobre el tema fue escaso hasta el decenio de 1920, cuando Alexander Oparin y JBS Haldane propusieron de forma independiente la hipótesis sobre el origen de la vida en las primeras condiciones plausibles de la Tierra. Como estudiante de posgrado en el decenio de 1950, Stanley Miller probó la propuesta y descubrió docenas de aminoácidos en la mezcla. Desde entonces, el campo de los estudios sobre los orígenes de la vida se ha expandido dramáticamente.

Nuestros primeros registros confiables de este planeta, hace unos 3500 millones de años, contienen evidencia de fósiles microbianos, incluidas formas distintivas que se correlacionan con los tamaños y formas de los procariotas actuales, así como proporciones de carbono características de la vida tal como la conocemos.2

El término transhumanar fue utilizado por Dante Alighieri en la Divina Comedia, para referirse a la meta última del hombre constituida por la experiencia de ser elevado por la Gracia Divina, más allá de lo humano, hacia la realización total y transcendente en Dios, hacia la Bienaventuranza. Esa palabra transhumanar. Ella alude al hombre que crece y trasciende de su condición humana limitada mediante obras que le permiten llegar a la gloria. Pero, a veces, el hombre puede olvidar que está destinado a tal metamorfosis y, como menciona Dante, no sabe pasar de la condición de gusano a la de mariposa.3

Las tecnologías del siglo XXI amenazan con hacer de los seres humanos una especie en peligro de extinción. Los científicos y filósofos insisten en que el progreso acelerado en las tecnologías inquietantes, tales como la inteligencia artificial, la robótica, la ingeniería genética y la nanotecnología pueden entenderse como singularidad tecnológica; es decir, como un evento que puede cambiar profundamente la civilización humana y, a lo mejor, la propia naturaleza del hombre, y que lo podremos comprobar posiblemente a mediados del siglo XXI.

En 2004 Francis Fukuyama calificó al transhumanismo como la idea más peligrosa del mundo explicando que golpear la fatalidad casi con seguridad denota un problema digno de consideración seria, especialmente dada la centralidad de la biomédica tecnológica a sus fines.4

EL TRANSHUMANISMO

Se define como una ideología que busca evangelizar sus metas de superación humana. Debido a que el transhumanismo cubre una amplia gama de ideas, distinguimos las concepciones moderadas de las fuertes y encontramos las concepciones fuertes más problemáticas que las moderadas. Hay varias formas de argumento dependiendo de los que están a favor o en contra del transhumanismo, se destaca en particular crítica, la arbitrariedad moral, lo que socava ambas formas de transhumanismo.5

Una dificultad para los críticos del transhumanismo es que una amplia gama de puntos de vista cae bajo su etiqueta.

Es de esperar que cualquier ideología se transforme a lo largo del tiempo y no menos importante en respuesta a críticas externas. Sin embargo, el transhumanismo crítico se enfrenta al problema adicional de identificar un objetivo robusto, que permanece inmóvil el tiempo suficiente para ubicarlo correctamente en estos días, impulsados por la web sin construir un “hombre de paja” terminado con la más mínima brisa filosófica.

Un filósofo de Oxford y cofundador de The World Transhumanist Association (WTA), Nick Bostrom, ha escrito sobre el deseo del transhumanismo de hacer bueno “a medias” un proyecto que es la naturaleza humana. Uno de los defensores más célebres del transhumanismo es Max More, cuyo sitio web dice «no más dioses, ni más fe, ni más espaldas tímidas. El futuro pertenece a la poshumanidad”.6

Fuertes defensores del transhumanismo se ven comprometidos en un proyecto cuyo fin es superar los límites de la naturaleza humana. Si ésta es la afirmación fundamental, o meramente el reclamo central, no está claro. Estas limitaciones los llevan a asumir posturas negativas hacia ellos: cómo son, la preocupación por la apariencia, capacidades sensoriales, inteligencia, esperanza de vida y vulnerabilidad a dañar. Según el programa de transhumanismo extremo, la tecnología puede utilizarse para mejorar enormemente la vida de una persona, la inteligencia y adaptar su apariencia a lo que desean, alargar su vida, tal vez hasta la inmortalidad, y reducir enormemente su vulnerabilidad al daño.6,7

Esto puede hacerse por explotación de diversos tipos de tecnología, incluida la ingeniería genética, cibernética, computación y nanotecnología.

Los defensores del transhumanismo argumentan que el reclutamiento o el despliegue de estos diversos tipos de tecnología pueden producir personas que son inteligentes e inmortales, pero que no son miembros de la especie Homo sapiens. Su tipo de especie será ser ambigua, por ejemplo, si son cyborgs (en parte humanos, parte máquina) o, si son totalmente máquinas, lo harán carecer de características genéticas comunes con los seres humanos.7

“Un profundo desajuste entre la existencia y su manifestación. Esta desalineación produce cuerpos tan transformados, disociados y asincronizados, que su único resultado es una gran mutación. Los cuerpos ciberpunks son horribles, extraños y misteriosos (piensa en Alien, Robocop, Terminator, etc.), porque no tienen apego a cualquier estructura biológica”.8

POSHUMANISMO

El proyecto poshumanista propone dirigir la evolución de los seres humanos promoviendo su mejora a través de medios tecnológicos para crear una variedad de entidades que tendrán pocas o ninguna característica común con los humanos actuales.9

El transhumanismo y el poshumanismo son utopías tecnocientíficas americanas que se están apoderando de las utopías políticas europeas del siglo XIX. Estas nuevas narraciones de ingenieros autoproclamados profetas suenan no solo ingenuas, sino también tóxicas. Ensalzan el instinto de poder del ser humano y su deseo de vencer a la muerte, que son las nuevas promesas de la era digital.10

DIFERENCIAS DE TRANSHUMANISMO CON POSHUMANISMO

El transhumanismo promueve una ideología que promete un avance humano positivo a través de la aplicación de tecnologías nuevas y aún no realizadas. Detrás de todo hay un espíritu libertario casado con una escatología muy cristiana que promete una transformación milagrosa que responderá a las necesidades humanas y reparará las fallas humanas.11

El punto focal del poshumanismo no consiste como tal en una aceptación acrítica de las promesas tecnológicas, como ocurre con el trans-
humanismo, sino en una total contaminación e hibridación del ser humano con otros seres vivos y máquinas. El cambio de perspectiva que emprende el poshumanismo sería, pues, un cambio de paradigma en la antropología. Al igual que el ecologismo, el poshumanismo, para obtener la contaminación total y la apertura del hombre a la alteridad, propone la eliminación y fluidificación de las fronteras, negando así incluso la identidad del hombre y, con ella, la posibilidad misma de apertura. Sin embargo, al negar la identidad, se niega la condición de posibilidad del pensamiento, tal como se ha manifestado en la historia hasta ahora.
12

TRANSHUMANISMO EN LA MEDICINA

En la biomedicina contemporánea, los nuevos medicamentos y tecnologías pueden utilizarse no solo para curar a los pacientes, sino también para potenciar las capacidades humanas: diseño genético, alteración de las funciones cognitivas y emocionales, aumento de la esperanza de vida o potenciación del rendimiento deportivo. Esta evolución representa un cambio paradigmático en la práctica médica. Ya no se espera la mera restauración de la salud. Lo que se requiere es “la perfectibilidad del ser humano”.13

El futuro de la enfermería en los países occidentales pronto estará vinculado con la aparición de la robótica para la provisión eficiente y rentable de cuidados fundamentales. Su aparición y funciones en el cuidado del cuerpo y, más ampliamente, en ayudar a las personas con sus actividades de la vida diaria tiene enormes implicaciones para la profesión y la atención de la salud. A pesar de esta importancia, la forma en que la enfermería entiende y responderá a las tendencias y desarrollos tecnológicos no se refleja suficientemente en el discurso de las profesiones.14

LAS HIPÓTESIS DE SINGULARIDAD

Se refieren a dos escenarios distintos, el primero reivindica la aparición de los agentes artificiales superinteligentes, cuyas mentes sintéticas se sustentan en algún tipo de software, dando como resultado la aceleración del progreso de la informática o lo que resulta de una explosión de la inteligencia, un proceso en el que las mentes inteligentes entran en ciclos de automejora, con nueva y más inteligencia. En este sentido, el proceso de inteligencia artificial y de aprendizaje automático impulsa o puede aumentar la inteligencia de la máquina más allá de cualquier ser humano. En términos de Alan Turing en 1951: “En algún momento debemos y tienen que esperar que las máquinas tomen el control”.15

Por el contrario, los transhumanistas exploran el escenario de la confianza en el progreso, que representa las mejoras tecnológicas en el ser humano. Puntualmente, hablan de la ampliación de las mejoras cognitivas, cuyo objetivo es dirigirse a la conformación de una raza poshumana que supere las actuales limitaciones del hombre, tanto físicas como mentales, y vencer el envejecimiento, la muerte y las enfermedades.16 Para Eden y su grupo, este proceso determina que “La naturaleza de tal singularidad es una ‘explosión’ de biointeligencia”.

Para Pearce los transhumanos y los poshumanos conservan su esencia biológica fundamental. Otros autores plantean que el pleno funcionamiento del cerebro, o emulaciones autónomas cerebrales (subidas), puede llegar a ser construido pronto por la “ingeniería inversa” del cerebro de cualquier humano. Si es completamente funcional o incluso consciente, la noción de personalidad debe ser revisada profundamente. Evento en el cual el campo gravitacional se hace infinito. Para estos estudiosos, “la singularidad tecnológica es una conjetura acerca del surgimiento de mentes superinteligentes” y el transhumanismo es “una mirada global que busca entender lo desconocido, anticipar el riesgo, y crear un futuro ventajoso para la humanidad, incluyendo las superinteligencias no biológicas que podemos llegar a ser o a crear”. En la práctica, los investigadores reúnen los dos conceptos al considerar que los transhumanistas presuponen una singularidad tecnológica. Por otro lado, Vinge define el concepto de singularidad tecnológica de la siguiente manera:

SINGULARIDAD

La palabra singularidad no implica que alguna variable se vaya al infinito. El término viene de la noción de que, si el progreso físico con la computación llega a ser suficientemente bueno, entonces tendremos criaturas que serán más inteligentes que los humanos. En este punto la humanidad no estará en el centro de la discusión. El mundo será dirigido por aquellas otras inteligencias. Esto es fundamentalmente una forma diferente de progreso técnico. El cambio será esencialmente desconocido, desconocido en una forma diferente en comparación con el cambio tecnológico que ha habido en el pasado.16

La singularidad tecnológica es un evento que puede transformar profundamente la civilización humana y, posiblemente, la propia naturaleza del hombre. Seguramente lo podremos constatar hacia mediados del siglo XXI. Singularidad tecnológica que es común a todos los discursos de los singularistas, quienes la entienden como el resultado de un proceso cada vez más veloz, que puede producir el cambio de la existencia hasta ahora conocida del hombre, pero que, como lo afirman los poshumanistas, puede ser benéfica para la humanidad. Los que están en contra de la singularidad tecnológica suponen que la aceleración y la discontinuidad llevarán a la destrucción de la humanidad. Sin embargo, una tercera interpretación, que conjuga las anteriores, considera que si bien se da una aceleración que conducirá a una singularidad, este proceso no tendrá ese carácter trágico, sino que será un punto cero en donde se iniciará una nueva y desconocida existencia “humana”.16,17

Propugna de la singularidad tecnológica, acelerar la argumentación en favor de la confirmación de su hipótesis. En lo fundamental, el planteamiento parte de reconocer que el estudio de la historia de la tecnología pone de presente que el progreso tecnológico se ha acelerado durante un buen tiempo. Esta aceleración puede continuar durante algunas décadas y los logros tecnológicos serán de tal magnitud, que nuestros cuerpos, mentes, sociedades y las economías se transformarán por completo. Por tanto, es posible que esta transformación ocurra. Para Kurzweil (2005) esto puede estar sucediendo a mediados del siglo, “alrededor del año 2045. El cambio será tan revolucionario que constituirá una ruptura en el tejido de la historia humana”.16,17

EL TRANSHUMANISMO ES UNA FILOSOFÍA

De moda; la utopía del momento. Algunos llegan a considerarla como la cosmovisión propia de la época posmoderna, dominada por el culto a la técnica; el único gran relato posible tras el descrédito en el que han caído todos los demás.

Su principal reclamo radica en haber sabido conectar con los deseos insatisfechos de amplios sectores de la población en los países más desarrollados; deseos un tanto difusos, que el transhumanismo ha tenido la habilidad de centrar en objetivos que parecían fuera de nuestro alcance y que ahora, sin embargo, se presentan como seguros y de disfrute irrenunciable para quienes buscan novísimas formas de consumo o estar simplemente al día respecto a lo que la tecnología marca como la siguiente oleada de avances. Se convierte así en el único proyecto de salvación laica, pretendidamente realizable aquí, en este mundo, capaz de atraer fieles seguidores en un número considerable, a los que, y esto no es un logro menor, les hace recuperar la confianza en el poder de la mente humana como garante del progreso material y de un futuro mejor, al tiempo que no los obliga a ninguna renuncia inmediata, ni a cambiar demasiado sus formas actuales de vida y de pensamiento: no es necesario apuntarse a ninguna yihad, ni hay que salir a las plazas a levantar los adoquines, sino que se puede seguir siendo tranquilamente un miembro normalizado de la sociedad y dedicar con esmero el tiempo libre al cultivo personal.18

Francis Fukuyama, desde un punto de vista bioconservador, considera peligrosas las intervenciones que se han hecho desde la biotecnología y la genética sobre la condición humana para mejorar sus capacidades.

Estos bioconservadores o tecnofóbicos se caracterizarían por tener una posición conservadora frente a la técnica y a la tecnología en dos niveles: por un lado, la condición “ontológica” del ser humano “transhumano”, y por el otro la inequidad moral que genera una división entre los seres humanos “transhumanos” y aquellos que no puedan acceder a estos beneficios técnicos. Ante estos miedos y críticas, Bostrom, apelando a aquel principio de responsabilidad que teorizará Hans Jonas, acude a una solución que busque la dignidad de la condición poshumana, que nazca de las intervenciones transhumanistas a la condición orgánica y natural de la especie humana, y que siempre irá en progreso de algo peor a algo mejor.19

La negación del concepto de dignidad humana, es decir, de la idea de que hay algo único en la raza humana que da derecho a todos los miembros de la especie a un estado moral más alto que el resto del mundo natural nos conduce por un camino muy peligroso.

Esta visión cerrada y esencialista de la dignidad humana hace que esta postura bioconservadora tenga un sesgo dualista a la hora de analizar la técnica, porque la ve como un conjunto de artefactos externos que vulneran la conservación natural del ser humano, ignorando que la técnica no ha sido algo externo a la condición humana, sino que es su condición de posibilidad. Por ejemplo, según Ortega y Gasset, el ser humano no solo nace para responder a las necesidades del medio (como lo haría un animal no humano), sino que tiene la opción de modificar sus circunstancias a través de una “segunda naturaleza”, ya que el animal humano no solo responde ante un existir, sino que es responsable de sus circunstancias, lo cual lo habilita no solo para vivir, sino para buscar un vivir bien, un bienestar.20

Es decir, la técnica vendría a hacer las veces de sustituta y complementaria de una falta o carencia natural. Por ejemplo, el retoño humano requiere de una incubadora que hace las veces de “útero sustituto” mientras termina de acondicionarse para enfrentar su medio, contrario a los cachorros de perro que no necesitan de dicho aparato técnico. Estas ideas son deudoras de una tradición filosófica que pensaba la relación de la naturaleza del ser humano y su entorno artificial y natural. Por ejemplo, en escritos tales como El hombre: Su naturaleza y su lugar en el mundo, de 1940, y El hombre en la era de la tecnología, de 1957, Arnold Gehlen desarrolla la tesis del hombre como “ser deficitario”. Parte del supuesto de que el hombre es un ser orgánicamente “desvalido”; es decir, que no está dotado por la naturaleza con órganos especializados capaces de adaptarse al medio ambiente. No tiene, como otros animales, órganos de ataque, de defensa o de huida. No está revestido de pelaje ni preparado para la intemperie, carece de alas para volar, entre otras.20

Ante la imposibilidad orgánica de adaptarse al medio ambiente, el animal humano debe crear un medio ambiente artificial que le permita producirse a sí mismo con relativa independencia del mundo orgánico. Así pues, al ser el hombre un ser carente por naturaleza, incapaz de adaptarse a ningún ambiente natural, debe fabricarse una “naturaleza segunda”, un artificio que sustituye, como una especie de prótesis, el equipamiento del animal humano desde su naturaleza. Sería imposible que el ser humano, el animal humano, pudiera sobrevivir sin una técnica, unos pasos metodológicamente organizados que lo conduzcan a sobreponerse y a actuar frente a la naturaleza que le es hostil.20

La capacidad interna; se conoce como las características de una persona (los rasgos de su personalidad, sus capacidades intelectuales y emocionales, su estado de salud, etc.) que son sumamente relevantes para sus capacidades combinadas, pero viene bien distinguir aquellas de estas últimas, de las que no son más que una parte. Son los estados de la persona (que no son fijos, sino dinámicos).

Impulsa el desarrollo de algunas capacidades internas de sus miembros, y, por otro lado, al mismo tiempo, podría estarles negando y coartando medios para que puedan expresar dichas capacidades. Un ejemplo ilustrativo al respecto: “Muchas sociedades educan a las personas para que sean capaces de ejercer su libertad de expresión a nivel interno, pero luego les niegan esa libertad en la práctica reprimiéndola”.20

Lo anterior se puede ver, entre otros casos, en las expresiones de libertad de culto religioso o el derecho al voto y a la participación política. Estas capacidades internas y combinadas se complementan con las capacidades básicas, aquéllas que ya no dependen de los rasgos genotípicos ni culturales de las personas, sino del ambiente, del contexto en el cual dichas personas se desarrollan.20,21

TRANSHUMANISMO CULTURAL O CRÍTICO

Asimismo, es útil distinguir entre un transhumanismo cultural o crítico (que suele preferir el apelativo de “poshumanismo”) y un transhumanismo tecnocientífico. El primero estaría inspirado en la crítica posmoderna al ideal humanista realizada por autores como Foucault, Derrida y Deleuze, así como por corrientes de pensamiento como el feminismo, los estudios poscoloniales, los estudios culturales, el posmodernismo y el ecologismo radical. Quizás el texto más representativo e influyente de esta modalidad sea el Manifiesto ciborg de Donna Haraway, publicado en 1985. El transhumanismo cultural no busca tanto la transformación medicalizada o mecanizada del ser humano (a la que incluso rechaza por sus compromisos ideológicos y por su visión ingenua de los problemas) cuanto realiza una crítica de la concepción de lo humano considerada como natural y transmitida de ese modo generación tras generación (Cuadro 1). Trata, sobre todo, de mostrar las debilidades conceptuales y los presupuestos acríticos que están detrás de esa concepción, forjada en lo esencial por el humanismo moderno, la cual es denunciada como un producto de prejuicios eurocéntricos, racistas, sexistas y especieístas. Es en ese sentido en el que debe entenderse la proclama de que el poshumano no es una entidad que haya que esperar en el futuro, sino que ya somos poshumanos. Poshumano es un término útil para explorar modos de comprometerse afirmativamente con el presente.20,21

En cuanto al transhumanismo tecnocientífico, tiene a su vez dos vertientes. La primera de ellas está inspirada en los trabajos especulativos de científicos e ingenieros provenientes en buena parte del campo de la inteligencia artificial, de la ingeniería de software y de la robótica. El libro de Hans Moravec Mind Children, publicado en 1988, anuncia con excitación un futuro posbiológico en el que los seres humanos serán sustituidos en el control de este planeta por sus descendientes mentales o culturales: los robots superinteligentes, y se juega con la idea de la inmortalidad conseguida mediante el procedimiento de verter nuestra mente, que es vista en todo momento como un mero software, en un nuevo hardware, esta vez duradero, es decir, en una máquina.21

La segunda vertiente del transhumanismo tecnocientífico es la que tiene una base biológica y médica, sobre todo farmacológica y genética. Está representada fundamentalmente por los defensores del “biomejoramiento humano” o “mejoramiento biomédico”. Entre sus representantes más destacados están John Harris, Julian Savulescu y George Church, aunque es muy posible que ninguno de ellos aceptara el calificativo de “transhumanista”. La ingeniería genética realizada hasta ahora, que comienza a ser designada como “clásica”, en su aplicación posible al ser humano puede marcarse como objetivos alcanzables en un futuro más o menos lejano la eliminación de genes defectuosos, la potenciación de genes con cualidades deseables e incluso la inserción en nuestro genoma de genes procedentes de otras especies, pero desde comienzos de este siglo los científicos disponen de una herramienta potencialmente mucho más poderosa: la biología sintética.

En última instancia, lo que busca el transhumanismo tecnocientífico es la superación tecnológica del ser humano y su conversión en un (ciber) organismo genéticamente rediseñado y potenciado.21

TRANSHUMANISMO Y BIOÉTICA

El transhumano (humano+) es solo el individuo en fase de transición hacia el poshumano (humano++). El transhumanismo es una potente ideología que pretende constituirse en un nuevo paradigma y que tiene como credo filosófico la superación de las limitaciones del hombre, a través de la razón, aplicando la ciencia y la tecnología, constituyendo un problema bioético, debido a que la puesta en práctica de sus ideas podría atentar contra la dignidad humana.22

Huxley se inspira en la terminología del Dante, pero cambia el significado. El proceso de transhumanación ya no es un don que otorga la Gracia Divina, sino que se ha convertido en un trabajo, una dura tarea a realizar por la propia humanidad, a través de la aplicación de la tecnología.22

El concepto pasa así de significar la superación de la infelicidad humana en virtud de la Gracia de Dios, a la superación de la propia naturaleza humana, gracias a la ciencia, en tanto obra exclusivamente humana.23

El movimiento transhumanista se apoya en el reconocimiento de tres libertades básicas: libertad morfológica, libertad reproductiva y libertad cognitiva, de cara a garantizar a los individuos el empleo de la tecnología para convertirse progresivamente en transhumanos.

La bioética personalista ontológicamente fundada encuentra su basamento en la filosofía personalista, en general y, dentro del personalismo, en el personalismo ontológico, en particular. El anclaje en el personalismo ontológico surge no solo de la índole de sus contenidos, sino también porque aporta una teoría que logra estructurar y articular adecuadamente todos los elementos esenciales. El personalismo ontológico toma como concepto estructural de su antropología a la persona y, desde esa óptica desarrolla temas como la corporalidad y la corporeidad. El principialismo anglosajón carece de un sistema antropológico de referencia que justifique sus principios y que permita superar las posibles contraposiciones entre ellos, no logrando proporcionar un contexto hermenéutico para su aplicación.24

El transhumanismo desprecia la vida natural, entendiendo que debe ser superada. Dicho desprecio se refleja en la propuesta de procedimientos de up load de la mente a un dispositivo digital, prescindiendo totalmente del cuerpo físico, para lograr que el individuo supere los límites naturales, logrando una supuesta pseudoinmortalidad.

Para ser libres es imprescindible estar vivos, porque la vida es una condición necesaria para el ejercicio de la libertad. La libertad no puede darse sin la vida física. Para ser libre es necesario ser viviente. No se puede ser libre si no se tiene vida.

La vida es anterior a la libertad. Cuando la libertad suprime la vida es una libertad que se suprime a sí misma. El transhumanismo niega todo tipo de límite a sus aspiraciones. Cualquier limitación a la voluntad de poder puesta en acción se vive como un acto de censura inconcebible, como un acto de coacción arbitrario contra las legítimas aspiraciones de toda persona a realizar sus deseos. Para esta corriente de pensamiento, todo lo que se puede hacer, se debe hacer.24

La ruptura con el presente, con la realidad, es la única emancipación posible. El transhumano aparece como negador consciente de la naturaleza presente, pues solamente a partir de esa negación es como logra trascender los límites del tiempo y dar el salto al futuro al que debe volver. Entonces, ¿cuál es el destino futuro del ser humano? “Nosotros somos cósmicos”. El destino de la humanidad es logar la unidad con el universo, convertirse en la conciencia rectora del cosmos. Ése es el cambio al que está destinado el ser humano según Esfandiary. La visión transhumanista del filósofo iraní no difiere mucho de cualquier mística, que reduce al individuo a nada para poder identificarse con la totalidad de la realidad.

No podemos comprender la aparición del trans-humanismo actual, representado, por ejemplo, por Humanity Plus, el Future of Humanity Institute o la Singularity University, sin las ideas de Julian Huxley, Pierre Teilhard de Chardin, Fereidoun M Esfandiary o Timothy Leary. Estos y otros autores que quedan en el tintero, como los cosmistas rusos, constituyen el cuerpo teórico e histórico de la idea transhumanista, aquélla que comprende que el destino histórico del ser humano es dirigir conscientemente la evolución humana.24

CONCLUSIONES

El transhumanismo nos promete la libertad de las limitaciones biológicas inherentes a nuestra naturaleza. Pretende potenciar las capacidades físicas, emocionales y cognitivas abriendo así nuevas posibilidades y horizontes de experiencia. Debido a que muchas aspiraciones transhumanistas se asemejan a las del dominio de la religión, este artículo comparte una revisión de los conceptos iniciales hasta la actualidad del transhumanismo.

Nos encontramos en un momento de singularidad esencial en la historia de la humanidad. El acelerado progreso tecnológico nos está acercando a un punto de no retorno, en el que la inteligencia computacional alcanzará tal nivel de complejidad que será capaz de mejorarse a sí misma. Una vez la tecnología ingrese en esta dinámica de autoaprendizaje, la dependencia humana quedará superada, abriendo un nuevo campo de autonomía y eficiencia que conducirá inevitablemente hacia un progreso de la inteligencia artificial sin precedentes.

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Recibido: junio 2022

Aceptado: junio 2022

Correspondencia

Raúl Carrillo Esper

[email protected]

Este artículo debe citarse como: Alva-Arroyo NV, Torres-García R, Gasca-Aldama JC, Carrillo-Esper R. Transhumanismo. Med Int Méx 2022; 38 (4): 741-751.

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