Rincon del internista

Med Int Méx. 2018 septiembre-octubre;34(5):824-828.

Manuel Ramiro H

Jorge Zepeda Patterson

Muerte contrarreloj

Planeta. México 2018

Una nueva novela de Zepeda Patterson, esta vez sobre un tema absolutamente diferente del de sus últimas tres novelas de gran éxito, tanto de público como de crítica, con una de ellas ganó el Premio Planeta. La saga de los azules aparentemente ha terminado, ojalá que no. Esta vez la trama se desarrolla durante el Tour de Francia, la famosa vuelta ciclista, probablemente la más importante en el circuito ciclista internacional. La carrera despierta un interés mayúsculo no sólo entre los franceses sino en gran parte de Europa, además que mueve grandes cantidades de dinero. En los últimos años la prueba ciclista ha estado envuelta en escándalos, especialmente por haberse extendido el dopaje entre los participantes; gran parte de las diferentes drogas utilizadas en el dopaje han sido probadas en el Tour, lo mismo que los mecanismos para ocultar sus evidencias. Últimamente ese problema parece haber sido controlado. La novela no va del dopaje, sino que trata sobre los deseos de triunfo de los ciclistas, analiza tanto a los favoritos como a los que forman parte de los equipos y trabajan para que un líder triunfe. Zepeda revisa todas las emociones que rodean a los personajes que se van atreviendo a acciones cada vez más complicadas e ilegales. No sé si Zepeda Patterson es un experto en ciclismo, pero de cualquier manera está documentado de manera espléndida, de tal manera que la novela es absolutamente creíble. Desde luego, la obra está escrita de magnífica forma, lo que hace de ella una novela emocionante y fácil de leer. Es enriquecedora porque los perfiles de los personajes están tan bien tratados que nos permiten conocer más al ser humano. La obra ha sido muy bien recibida, se está traduciendo a varios idiomas, por supuesto al francés. En Francia se está realizando una serie televisiva a la que le auguran gran éxito.

Manuel Ramiro H

Sofía Segovia

El murmullo de las abejas

Lumen. 6ª reimpresión. México 2017

Se trata de una novela extraordinaria. Escrita por una mujer joven. Regiomontana, que nació, estudió y trabaja en Monterrey. Que alterna sin solución de continuidad su vida como escritora, profesora de talleres de literatura, esposa y madre, o sea común y corriente, lo que en la actualidad no es tan común. La novela se desarrolla en Linares, Nuevo León, y sus alrededores, y está situada en la época previa a la Revolución, durante la guerra revolucionaria y la también convulsa época posrevolucionaria. Es una obra intimista en la que nos describe detalladamente los sentimientos, las preocupaciones, los valores de la época, con la importancia central de la familia, las tribulaciones de la guerra, los sinsabores de los propietarios de la tierra, las miserias de algunos trabajadores del campo, no sólo económicas o sociales, sino también algunas miserias éticas y sociales que recalan en resentimientos sociales que no aceptan solución. Dos son los personajes centrales: el narrador que trasciende todo el tiempo, aunque por ser el hijo menor de la familia las primeras etapas las narra en pasado y que llega hasta la actualidad, y Simonopio, un personaje singular que enriquece y le da magia a la novela, un niño abandonado y solo, aceptado en la familia de los personajes centrales por una deformidad que queremos adivinar que es labio y paladar hendido, pero que viaja largo trecho en los tiempos de la obra de Sofía Segovia. Por lo visto, la obra ha tenido gran éxito de público, tiene seis reimpresiones, además de la primera edición, pero no de crítica, es probable que a los expertos les parezca un poco, no sé si cursi o demasiado tierna, pero no lo es. Es una obra absolutamente deliciosa, muy bien escrita, que nos lleva a un escenario local de la Revolución Mexicana, de la que no se deja de escribir porque nunca acabaremos de conocer su importancia, complejidades y trascendencia.

Herlinda Dabbah Mustri

Moisés Rozanes T

La salud mental de quienes se dedican a curar

Palabras y Plumas Editores. México 2015

“La primera vez que vi cómo la sangre emanaba estuve a punto de desmayar. El observar mi propia sangre fluir pulsátil mientras se iba escurriendo en un tubo de vidrio suspendido de mi antebrazo, y de donde asomaba una descomunal aguja metálica, resultó ser un momento decisivo. Era una mañana gélida y los estudiantes esperábamos turno dentro del formidable edificio de la Antigua Escuela de Medicina en la plaza de Santo Domingo. Las calles de la ciudad estaban tomadas por el ejército y la policía. Era el año de 1968 y aún se escuchaban los ecos de la Santa Inquisición. La locura de la cerrazón se desató por todas partes. Creo que eso me decidió a ser psiquiatra para ahora poderlo contar” (Semblanza del doctor Moisés Rozanes, autor y coordinador del libro).

La publicación de esta obra fue ideada a partir de un artículo sobre salud mental escrito por el Dr. Moisés Rozanes en El Economista, y que lleva el mismo título del libro que hoy se presenta. El tema al que alude es, sin duda, provocador y hasta ahora, tan lleno de recelos y tabúes que ha sido soslayado no sólo entre el gremio médico sino también en nuestra sociedad.

Estoy cierta de que muchos de los autores de este libro no sólo tuvieron que franquear el desafío de vencer los prejuicios del tema que se convocaba, sino también el de escribir algo muy diferente a lo que estaban habituados: artículos, reportes o ensayos médicos.

Las enfermedades han ocupado un lugar preeminente en la literatura, como se atestigua en obras literarias de calidad y trascendencia, como La peste de Camus, La muerte de Iván Illich de León Tolstoi, La Montaña Mágica de Thomas Mann o Pabellón de reposo de Camilo José Cela. Además, la presencia constante de la enfermedad en el día a día de todos los hombres, determina su indudable valor en descripciones y argumentos. En las páginas de este libro, en un primer acercamiento, se incluyen pasajes significativos que ilustran no sólo la enfermedad, sino que aportan una perspectiva intimista del personal de salud y hasta ahora reservada en el gremio, difícilmente alcanzable por otras vías.

Son 24 los textos que conforman La salud mental de quienes se dedican a curar y para los fines de esta presentación me referiré a algunos relatos sin que ello signifique desconocer el valor de otros; citaré algunos fragmentos extraídos de los textos que, a modo de ejemplo y por su elocuencia, darán una idea más justa tanto del poder discursivo que encierran, así como de su particular expresión.

El primer cuento del libro titulado “El reloj de arena” nos acerca a la forma de vida de los médicos que, muchas veces, implica condiciones de trabajo complejas, como guardias, jornadas extenuantes y muchas privaciones más. En este texto se encuentran plasmadas las reflexiones de una joven médica:

“¿Qué hago aquí? Aún no  si quiero entregarle mi vida en sacrificio a Thot. ¿Por qué la medicina tiene que ser así? ¿Por qué la hemos hecho así? Ley del todo o nada. Dos caminos: vives o eres médico, porque ser médico no es una profesión es una manera de vivir…”

El título de otro de los relatos “Sangre aguda, sangre grave, sangre esdrújula”, remite a los acentos gramaticales en un juego ingenioso de adjetivación. Pero de lo que trata esta narración es de cómo se ve alterada la perspectiva de una joven paramédica en la cotidianeidad de su quehacer profesional; siempre contra el tiempo, acechando la muerte y reprimiendo toda emoción o dolor.

“Y es que cuando te subes a una ambulancia te tienes que enguantar todos los sentimientos, dejar de ver las casas como hogares y convertirlas en escenas. Saber que la muerte es un miembro más de tu tripulación, hacer como que los pacientes son pacientes y no padres ni hijos ni hermanos…”.

En el texto titulado “La percepción continua de tu ausencia. A mi hijo” conocemos los soliloquios, monólogos y divagaciones que conllevan la impotencia y el dolor de un médico ante la enfermedad mental de su hijo y su posterior y liberadora muerte.

“Por ahora tengo que dejar que el tiempo, que de todo se encarga, termine de difuminar algunas imágenes, olores y demás de mi mente […] Junto a la cama, su celular en el suelo, supongo que intentó llamarme una última vez para pedirme ayuda. Durante meses he tenido impregnado el olfato por ese olor fétido, como el del internado de pregrado al atender partos, del líquido amniótico/heces fecales/sangre”.

“Bellísima insania” es un relato escrito en segunda persona, con monólogos interiores y alternancia de voces; frecuenta las consecuencias que sufre el Dr. Quiroga por haberse enamorado de su paciente, una adolescente suicida. Todo termina cuando, acusado por ella de violación, pierde a su familia y su carrera se ve arruinada.

“Llorabas a lágrima viva, sin consuelo. No eran las leyes ni la justicia ni lo médico que estabas dejando de ser, ni la familia que habías perdido, ni tu trabajo de todos esos años. Llorabas por ella, gemías, Quiroga, porque la habías perdido”.

“El encuentro”, otro de los textos, recuerda la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo debido a ciertas constantes: la complejidad de su estructura narrativa; rupturas temporales, entrecruzamiento de historias, retrospecciones, transición de lo real-irreal: personajes muertos que hablan e interactúan con el protagonista. Situaciones en que, como en los sueños, se confunden vivos y muertos; desconocidos con conocidos:

Otro referente literario lo encontramos en el texto “Atrapado” que remite a un cuento de Julio Cortázar titulado “Continuidad en los parques”. Al igual que en el relato de Julio Cortázar, el protagonista de “Atrapado”, sentado en un sillón de terciopelo verde, se adentra en la novela que lee al punto de confundir su propia vida e identidad entreverándose y transmutándose en la vida del protagonista de la historia que lee; la situación misma lo convierte en un cuento por demás interesante debido a su riqueza y complejidad interpretativa.

El relato titulado “Del cura lo que diga, del médico lo que haga” trata de las incongruencias y cuestionamientos que se suscitan cuando un paciente acude a consulta con su médico, ya que:

“[…] nuestro cardiólogo fumaba. Lo hacía durante la consulta, ofrecía cigarrillos a sus pacientes, fumaba con ellos, platicaba sabrosamente entre el humo del tabaco”.

¿Se puede evitar caer en la garras de un acosador? La respuesta la encontramos en “Médico acosado-acosador” en este relato se narra la historia alucinante de cómo una experimentada psiquiatra vive la pesadilla de ser acosada y acorralada por otra doctora y que además, ésta a su vez, acosa y persigue valiéndose de la primera a un tercero.

“El delirio no reconoce especialidades, los demonios de la locura seducen, besan, vomitan y pueden destruir todo a su paso. El médico no está exento, puede ser acosado o acosador”.

A “Marta la recepcionista” el tiempo transcurrido entre profesionales de la salud y sus pacientes le permitió aprender a desarrollar una mirada clínica muy fina e incluso hacer diagnósticos sobre salud mental bastante acertados, sólo que a diferencia de los psiquiatras, lo que no sabía Martha era ponerle un nombre técnico a las enfermedades. Avizoraba y diagnosticaba implacable no sólo a los pacientes que llegaban a consulta, sino también a los médicos con los que trabajaba.

“Un cuento de terror” es un turbador relato en el que se narra la sombría historia de un neurocirujano llamado Francisco, hombre sin escrúpulos, intolerante y prejuicioso. Extrae los cerebros de dos pacientes indigentes recuperables sólo para probarles a sus colegas que él había acertado en el diagnóstico.

El relato titulado “¡La depresión es una enfermedad!” explora la depresión contada desde la perspectiva de una doctora que, por periodos, entra y sale del trastorno. Reconocerse en esta afección puede ofrecer resistencia incluso a médicos clínicos y a los propios psiquiatras bajo la falsa idea de que el médico debe superar por sí mismo sus problemas de salud mental.

“Claro que para mis pacientes sí hay solución, sí hay cura y redención, cada día lo hago y en verdad ellos sanan y regresan a su vida. Ser médico te hace ser el peor paciente…”

“La Clepsidra” trata del suicidio y cómo puede resultar inexplicable, doloroso y absurdo bajo la visión de otro que es médico también:

“Es como si la muerte se burlara de mí y me abofeteara diciendo: tú, que te dedicas a salvar a gente del suicidio y mira, en tu cara me llevo, bajo su propia mano a tu gran amigo”.

La vocación, entrega y dedicación del médico Miguel Alvarado, así como de Benjamina la enfermera, son rescatados de la historia en “Un día en el nosocomio”. Esta inspiradora narración transcurre en un hospital psiquiátrico del siglo XIX. En este relato se rinde tributo tanto al médico que se sacrifica al punto de olvidarse de comer y de descansar; como a Benjamina, la enfermera, quien cuida no sólo de los pacientes sino impide con su diligencia que el médico Miguel Alvarado se convierta en otro enfermo más.

“Tú a mí no me vas a enseñar” es un texto cargado de ironía y construido a partir de un monólogo interior en el que Juan, un psiquiatra arrogante y esquizofrénico, funge como juez y parte, al tiempo que entabla una suerte de debate consigo mismo. Las fronteras de la razón y de la sinrazón se borran y los papeles que habitan en la esquizofrenia se transmutan.

Hasta aquí algunos comentarios sobre los textos.

Estos cuentos poseen un valor estético, creativo e imaginativo circunscrito al hombre-profesional de la salud y en tanto ser imperfecto y por lo tanto humano. No se puede perder de vista que quienes se dedican a curar sienten, sufren, tienen temores, inseguridades, debilidades, ambiciones, preferencias, sesgos, momentos de crisis; odian y aman como el resto de los mortales; pueden o no gozar de una perfecta salud física o mental y no por ello son más o menos eficientes en su desempeño como se demuestra en el libro.

Los autores de esta obra asumen como médicos y como seres humanos su vulnerabilidad no sólo ante sí mismos, sino ante su gremio; es decir, se propicia la reflexión en torno a la empatía y al interés de reconocerse en la enfermedad física o mental. Leer este libro bajo esta óptica hace surgir, naturalmente, una amplia gama de imágenes del otro, del nosotros y del yo.

Finalmente, como André Maroisa afirma: “el arte de leer es, en gran parte, el arte de volver a encontrar la vida en los libros y, gracias a ellos, de comprenderla mejor”.

a André Maurois et al. Escritos y dichos sobre el libro. Barcelona: Edhasa, 2000.

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